martes, 19 de agosto de 2008

Mi callejon de Huaylas



Mi historia comienza con el estruendoso chillido del despertador de mi padre. Las 5 de la mañana, hora clave según él para emprender una vez más uno de los muchos viajes de la familia Rodriguez, la mía.
Mi padre me había comentado unos días antes, que añoraba cuando viajábamos y que ojala para Semana Santa, pudiéramos viajar todos los miembros de la familia, mi padre, mi madre, mi hermana y yo.
Mi hermana pamela, radica en Lima desde hace 8 años, con sus saludables 25 años ha recorrido miles de kilómetros viajando, conociendo infinidades de sitios encantados que según ella tiene nuestro país, (aparte de los ya conocidos como Cuzco, Arequipa, etc.) y que obviamente yo no conocía ni tenía la menor intención de hacerlo. Hasta ese momento.
Nuestra primera misión era llegar a Huacho (capital de la provincia de Huara, al norte de Lima en el km 148), ahí teníamos que esperar a mi señora hermana, con sus 7 meses de embarazo y su espíritu viajero que todos necesitábamos con urgencia.
Por fin, después de unas 3 horas de esperar en la agencia la “frentona” (así le digo de cariño) llegó a Huacho. Un tanto asustada nos contó que estuvo apunto de morir, ya que su bus por poco se estrella con otro en el Pasamayo “maldito”. En un primer momento al ver a mi hermana tan asustada contando su casi tragedia, pensé que el viaje hacía lo desconocido se iba a postergar, pero por desgracia mía la frentona en menos de 10 minutos después de terminar con su relato, sonrió volteando hacía mi preguntando: “¿adonde vamos? .

La Toyota Hilux Surf de mi padre del año 98, ni se inmutó frente a los aproximadamente 600 km recorridos de Chiclayo (punto de partida), hasta Huacho, y estaba seguro que se moría de la impaciencia por saber cual sería nuestro siguiente destino.
Se decidió entonces ir Churín, una ciudad que nadie la conoce como ciudad, ya que su único atractivo turístico son sus baños termales y su clima serrano que tanto le gusta a mi padre. En fin lo acepté un tanto aliviado al escuchar que solo estaba a unas 2 horas desde Huacho.
Y así, nos emprendimos otra vez a nuestro tan esperado “viaje familiar”. Mi padre emocionadísimo, mi madre conversaba con mi hermana los últimos chimes de Lima y yo rogando a todos los dioses del olimpo que lleguemos rápido para poder descansar.
Eran como las 4 de la tarde, cuando de pronto un policía nos paró, y nos dijo que no podíamos seguir con nuestro viaje hacía Churín, ya que por obra de mis dioses había pasado un huaico por la carretera y era imposible pasar. Desmoralizados todos menos yo, regresamos a Huacho sin saber a donde ir, había silencio y eso era bueno para mi, ya que por fin podía descansar un poco después de las 5 horas que había manejado desde Chiclayo hasta Chimbote.
De pronto, mi padre hizo que me levantara como un cachaquito abrumado en tiempos de guerra cuando escuché algo que me hizo templar de pies a cabeza: “vamos a Huaraz”.
Poco a poco iba muriendo cuando veía como mi hermana y mi madre aceptaban con entusiasmo la “gran idea” de mi padre en regresar a esa ciudad tan alta y temida por mis recuerdos de infancia y en especial por mi sentido de supervivencia. Huaraz no era desconocida para nosotros, hace como 10 años tuve mi primer contacto con ese condenado mal de altura que tanto recuerdo y que se conoce como “Soroche”.
El soroche es causado fundamentalmente por la falta de oxígeno en el aire que impide que el cuerpo se oxigene adecuadamente mediante la respiración normal de los individuos cuando ascendemos a la altura. Es decir, tienes nauseas, mareos, intensos dolores de cabeza, fatiga y unas ganas locas por dejar de existir.
Trate de poner “peros” en lo posible para cambiar de decisión pero fue en vano. Ya estaba decidido, Huaraz nos esperaba.

Existen 3 formas de llegar a Huaraz, una es por Chimbote, otra por Casma y la tercera la más cercana a nosotros Pativilca, con una distancia de 400 km, osea unas 6 horas a lo mucho.
Eran ya las 7 de la noche y ya se sentía la falta de aire en el ambiente por los 3200 m.s.n.m (metros sobre el nivel del mar) en los que estábamos. Me comencé a preocupar cuando mi padre me dijo que teníamos que ascender hasta la punta de Conococha a 4000 m.s.n.m. En lo único que encontraba consuelo era en el hermoso bosque de estrellas que se contemplaba y iba alumbrando la ténue neblina del camino y mis esperanzas de sobrevivir al mal de altura.
Llegamos alas 4000 m.s.n.m y no paso nada, me sentía un poco agitado pero no paso a más, mi madre y mi hermana ni se inmutaron y mi padre ya comenzaba a “cabecear” por el sueño y el cansancio del camino.
Curvas, curvas y más curvas íbamos descendiendo, hasta que mi padre me dio la posta para manejar el resto del camino hasta Huaraz.

Llegamos a la “bendita” ciudad de Huaraz alas 11 de la noche, con mucha hambre y frío, y con unas ganas de dormir tremendas. Buscamos como media hora hotel, ya que la mayoría estaban ocupados por ser Semana Santa, pero afortunadamente encontramos un modesto hotel de 3 estrellas para cobijarnos y pasar el resto de la noche. Yo sentía que iba a detestar ese viaje por el resto de mi vida.
El sol serrano nos despertó alas 7 de la mañana, alumbrando hasta el último rincón del cuarto, eso provoco otra vez mi mal humor y el poco deseo de seguir en esa ciudad.
Mientras desayunábamos mi padre elegía que ruta turística íbamos a recorrer en ese día, en un mapa que compramos en el hotel. Como ya conocíamos Chavín de Huantar, Pastoruri, la laguna de Yanganuco (en las faldas del huascarán) y Yungai (la ciudad sepultada por el sismo del 70), que son los atractivos turísticos más importantes; elegimos recorrer el callejón de Huaylas visitando a sus numerosos pueblos y contemplando el hermoso paisaje de nevados que se alzaban frente a nosotros.

Conocimos los pueblos de Recuay, Carhuaz, Yungay, y caraz, nada fuera de lo común, a mi parecer.
Todo el día estuvimos viajando para llegar en la noche al hotel a descansar, ya que al día siguiente teníamos que emprender nuestro viaje de retorno. Hasta el momento nada de lo que había visto y visitado colmaba mis expectativas, así que solo esperaba regresar a Chiclayo a mi rutina de siempre sin saber de lo que nos esperaba más adelante.
Salimos al día siguiente alas 7 de la mañana y mi padre ya sabía que ruta escoger para que según él, llegáramos a Chimbote más directo y más rápido, era una ruta desconocida y diferente ala que tomamos para llegar. Tuvimos que pasar por los pueblos ya mencionados hasta llegar a Huaylas, donde se acababa la pista asfaltada para luego recorrer por trocha el resto del camino.

La ruta era muy peligrosa, llena de piedras, cuervas y abismos que ya empezaban a causar temor en todos nosotros. Hasta ese momento ya iban 3 horas de recorrido, y el río Santa debajo de nosotros sonaba estruendosamente como advirtiéndonos que el camino era peligroso.
Pero todo cambió cuando llegamos a algo que nunca pensé ver en mi vida, algo que sobrepasa los niveles de hermosura, algo divino. La laguna de Parón , era inmensamente bella se encontraba como encerrada dentro de números nevados imponentes, que se reflejaban en ella, como si fuera un espejo gigante de aguas de color cielo con una quietud perfecta e impredecible. Bajamos de la camioneta, no nos importó el mortal frío ni el granizo, que parecían balas blancas del cielo golpeándonos a una continuidad terrible. Nos olvidamos de todo, solo existíamos la laguna y nosotros. Que belleza.




Entramos en la camioneta con mucha pena para continuar con nuestra travesía, mi forma de ver ala naturaleza había cambiado bruscamente. De ahí para adelante me encantaba respirar su aire, sentir su lluvia, su granizo, oler su fango, soplar en mis manos el vapor de mi boca y luego frotármelas para darme calor y tiritar de ese frío tan divino, que me dio paz y tranquilidad, y un sin numero de sensaciones inexplicables que nunca podré olvidar.

Nuestra historia se puso más interesante aun. Un grupo de campesinos estaban parados en medio del camino, que de pronto se convirtió en un camino sin salida. Un pequeño Huaico se había deslizado de un cerro de la cordillera negra y había tapado el camino; para nuestra suerte era un poco de tierra de pequeña magnitud de unos dos metros de alto, que en unas cuantas horas se podría limpiar con la ayuda de los policías de carreteras , bueno, eso pensábamos.

Hablamos con un morador que tenia que pasar con urgencia su carretilla de piedras en dirección hasta la central hidroeléctrica del cañón del Pato ( a unos 30 Km.) , se encontraba malhumorado por la situación y nos explicó que por esa zona era bien difícil encontrar ayuda de la policía. Cuando mi madre escuchó eso, se alarmó, mi hermana la trataba de tranquilizar y mi padre yo ya estábamos maquinando la idea de cómo íbamos a pasar la noche en ese lugar hasta que por la mañana todos juntos con un grupo de moradores de por ahí a “palana limpia” luchemos contra la naturaleza.
En un primer momento la idea me pareció un tanto incomoda y descabellada ya que a 3500 m.s.n.m iba a ser un tanto difícil solucionar el problema. Así que decidimos pasar la noche ahí, en la nada y la camioneta por supuesto.

Una de las ventajas que tenemos los hombres sobre las mujeres, y de las que me siento muy orgullo, es que nosotros podemos mixionar en cualquier lado y en cualquier momento, ese fue un problema para mi madre y mi hermana que por suerte se solucionó dejando de lado sus complejos y permitiendo que la naturaleza sea su confidente.

Para serles sinceros yo la estaba pasando bien. Un morador nos llevo hasta su casa, hecha de adobe y muy pequeña, con una numerosa familia y bastante fruta que nos cayo de “perilla”. Yo estaba muy feliz viendo las estrellas, el cielo estaba hermoso. Cuando de repente el cielo se nubló, comenzó a llover.


La lluvia caía en hilos como agujas de vidrio que se rompían en mi frente, bajando por mi cien, luego por mi nariz y al fin en mi boca, que delicia, que pureza. Esta lluvia tenía mucha paciencia, continuando, sin termino, cayendo desde el cielo frió del callejón de huaylas.

Una inmensa araña de cabellera roja sale de un montón de rocas a mi costado como para contemplar la caída de la lluvia, luego me mira con sus ojos fijos, inmóvil, grande como una cangrejo, celosa por verme disfrutar de su lluvia se retira a descansar.
A la mañana siguiente hicimos lo que teníamos que hacer. Bajamos una buena cantidad de tierra mojada junto con mi padre y otros campesinos hasta que crear un espacio para que la camioneta pueda seguir.
Y Así fue, nos despedimos de todos agradeciéndoles el buen trato y su generosidad en ayudarnos y partimos otra vez hacia Chimbote.

El resto de camino fue pan comido. Los nevados y el clima serrano iba quedando atrás poco a poco llegando a chimbote y luego sin problema a Chiclayo.
Este viaje viaje a cambiado en mi muchas cosas, me ha enseñado a valorar más a mi patría, a mis costumbres, a mis antepasados y a mi historia. Ahora puedo decir a quien no conoce el callejón de Huaylas…no conoce este planeta.


miércoles, 11 de junio de 2008

...A Basileia...

..."tu eres la niña que hace dormir a mis estrellas"

noche

Noche
Porque me miras así
Como adivinando
Que por dentro estoy muriendo?
¿qué te esta diciendo mi rostro?
Ya no me mires así;
Pero si enamoras la luna
Hazlo cuando yo no este mirando
Hazlo cuando yo la este soñando.

Noche
Porque me miras así
Como pronosticando
Que mi lucha será en vano?
¿qué te están diciendo mis ojos?
Ya no me mires así
Pero tu me inspiras esta canción
Aunque me dices que no luche
Noche ¿no ves cuanto la amo?

Tu nos viste
Amar mojados por la llovizna
Que llorabas de emoción
Noche, tu me recuerdas los ruegos
Para que no me dejara tan solo, tan solo.

Sueña trovador

Soñador inalcanzable
Caminante de caminos
De aves;
De plumas.

Trovador inconsolable
Tonto cobrador
Al dar amor
Sin recibo

Sueña trovador
Despega como los pajaritos
averigua el cielo
Y luego la noche
Sorprende a la luna
Y hazle un concierto a las estrellas

Trovador insaciable
De acordes y flores
De estrellas
De ella

Soñador incontrolable
De ángeles rendidos
De imposibles
De inventos

Sueña trovador
Tienes 20 años
No vuelvas a pensar nunca mas
Que todo es real.

tu no eres como nacida de mi

tu no eres como nacida de mi
no te importa mi canción
pero lloran de castigo tus ojos
por lo que pronuncian mis ojos

lloro porque siento mucho daño
quiero amarte en pleno vuelo
pero tu perdiste mis alas
lloro porque tu no me amas
no quiero pero tu vuelas en mis sueños
todas las madrugadas, todas te amo.

Tu no eres como nacida de mi
Pero mi pensamiento siempre contigo.
Y mi voz te canta esta canción
Y mi mano rasguea con dolor
Y mi luz no soporta mas
Y se queja de dolor.

Siempre serás el sueño en mi memoria
Mas aun cuanto este muriendo
Y aunque tu no eres como nacida de mi
Te diré que te amo
Porque te amo
Y te diré que te he amado
Porque siempre te he amado.

concierto de angeles

No me salven del invento
La blasfemia de los acordes
¡OH Canción!, ¿que veo?
cuatro mil ángeles en el cielo
sonriéndome desde el cielo.

No me salven de este concierto
La blasfemia de los acordes
¡OH canción! ¿qué siento?
Cuatro mil voces desde el cielo
Cantándome desde el cielo

Un concierto de ángeles
Suaves voces en mi pensamiento
¡OH canción! Dos se acercan a mi
me cogen por la inspiración
y desaparezco por siempre en la canción.

No me salven del invento
La bondad en los acordes
¡OH canción! ¿que veo?
Ángeles bajo las estrellas
Trazando figuras bajo las estrellas

No me salven de este concierto
La bondad de los acordes
¡OH canción! ¿qué siento?
Un recital de ángeles en el cielo
Me han llevado esta noche con ellos...

el jardìn de sahara


si me convirtiera en cancion, quisiera ser de "sol", "do" o "re" y de una voz como enamorada del viento, hecho de una letra que hable sobre las estrellas, y asi terminado, ser proyectado al mundo en busca de la flor que tanto quizo mi trovador...sin tan solo me convirtiera en cancion...


si me convirtiera en cancion, quisiera ser tocado de tarde bajo un arbol, y al volar, rozar con las hojas desmayadas por mi, que caen como lagrimas del cielo, en este hermoso milagro parecido a un jardin...si tan solo me convirtiera en cancion.